Consume hasta morir

Quiero compartir este video, porque es muy ilustrativo y revelador...Es larguito, pero creedme...merece mucho la pena.Trata de la publicidad, de los intereses creados y como nos afecta.

Residuos Digitales

Los residuos digitales crecen a la misma velocidad que la capacidad de proceso.
Los aparatos electrónicos se han convertido en compañeros insustituibles de nuestra vida cotidiana. Televisiones, ordenadores, teléfonos móviles, navegadores, cámaras digitales, reproductores de DVD… la lista es interminable y para todos familiar.
Curiosamente, estos equipos están cada vez más entrelazados con la informática. Hace pocas décadas, los televisores, reproductores de audio, ordenadores y cámaras fotográficas se fabricaban utilizando tecnologías avanzadas pero relativamente independientes. Tubo catódico, cinta magnética, circuitos de silicio y emulsión de nitrato de plata respectivamente. Sin embargo, en la última década la convergencia tecnológica hacia la informática ha provocado que todos estos dispositivos contengan, en mayor o menor medida, un pequeño ordenador dentro. Por ejemplo, las modernas cámaras digitales pueden tener capacidades de almacenamiento de decenas de gigabytes y los reproductores de audio pueden ser dispositivos táctiles multifunción también con enorme memoria y variedad de software.
Gordon Moore, cofundador de Intel, publicó un artículo en 1965 un artículo inquietante sobre el aumento de capacidad de procesamiento de los ordenadores: se duplica más o menos cada dos años. Esta afirmación se conoce como la Ley de Moore, y tiene serias implicaciones sobre la generación de residuos electrónicos: los dispositivos más modernos son casi equipos obsoletos, es decir, están a un paso de ir a la basura.
Cuando estos equipos se convierten en residuo, tenemos un cóctel de plomo, mercurio, arsénico, cadmio, berilio y otras sustancias tóxicas. En el mejor de los casos, estos desechos son recogidos por gestores autorizados y procesados en plantas de tratamiento y recuperación de metales. Sin embargo, la realidad es muy diferente. Una cantidad inmensa se está enviando desde los países desarrollados a los países en vías de desarrollo, en especial India, China y países de África occidental como Ghana, Nigeria y Costa de Marfil.
Cuando estos equipos llegan a su destino, puede ocurrir dos cosas: que funcionen y se vendan en un lucrativo mercado de segunda mano; o bien, que sean chatarra electrónica y caigan en manos de los recuperadores artesanales. Esta profesión, probablemente de las más insalubres del planeta, consiste en quemar dispositivos electrónicos para extraer metales valiosos mediante técnicas peligrosas. Lo que se quema generalmente es PVC y revestimientos de cables, liberando dioxinas y otros contaminantes a la atmósfera, pasando previamente por los pulmones de las personas, muchas veces niños, que atizan incansablemente los fuegos digitales.
El Convenio de Basilea, que regula los movimientos transfronterizos de sustancias peligrosas, fue adoptado en 1989 y entró en vigor en 1992. Establece que los países no podrán exportar sus residuos peligrosos a otros países cuando no existan garantías de que en dichos países serán tratados en condiciones adecuadas de protección ambiental y salubridad. Existen evidencias de que se están produciendo estos movimientos desde las costas de EEUU y Europa, y que los intentos de regulación sucumben a la fuerza del contrabando.
Algunas organizaciones trabajan activamente para denunciar esta situación, como la Basel Action Network. Sin embargo, aún son pocas las organizaciones que desarrollan proyectos en este sentido y que comunican sus resultados.